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La antigua la capital del imperio inca es hoy una ciudad de medio millón de habitantes y tan cosmopolita como tal vez ninguna otra en América Latina. Niños, jóvenes, adultos, ancianos. Europeos, norteamericanos, sudamericanos, asiáticos. Todos se entrecruzan entre las construcciones coloniales, subiendo y bajando las calles adoquinadas, parando para recuperar el ritmo normal de la respiración con más frecuencia de lo usual. Es que, a 3.400 metros sobre el nivel del mar, el llamado "soroche" o "apunamiento" no es solo preocupación de deportistas. Algunos turistas llegan a pasarla bastante mal (con dolor de cabeza, náuseas o insomnio) hasta que, pasados uno o dos días, logran aclimatarse. Otros apenas notan el cambio, aunque la fatiga es bastante frecuente. Las hojas de coca para masticar o en una infusión suelen estar disponibles gratis en hoteles y hostales para que los huéspedes las usen como tratamiento.
Superado el mal de altura, listar todas las actividades que ofrece la ciudad es una tarea titánica. Más allá del disfrute que implica de por sí caminar la histórica localidad rodeada de montañas y observar su pintoresco ajetreo diario, hay para todos los gustos: museos, boliches, ferias y restaurantes en el centro urbano; paseos en caballo, deportes extremos y excursiones cortas en los poblados más cercanos. Una de las más realizadas -en general, como una previa a Machu Picchu, para ir haciéndose a la idea de los sitios arqueológicos de la zona y su historia- es la del Valle Sagrado de los Incas, que consta de visitar en un día tres pueblos: Pisac, Chinchero y Ollantaytambo; en este último, vale la pena pernoctar.
De regreso en Cuzco, una experiencia imperdible es visitar el Mercado de San Juan, en pleno centro histórico y a solo tres cuadras de la Plaza Mayor. Mientras una mitad del establecimiento está dedicado a ropa y artesanías, la otra es una gran plaza gastronómica muy frecuentada por los cuzqueños. Y allí se encuentra de todo, literalmente. Por un lado, hay barras que sirven platos abundantes de lomo saltado, arroz a la cubana, arroz "chaufa" (o "chifa", que es la fusión de la cocina peruana con la china), escabeche de pescado o cebiche, por ejemplo, a precios supereconómicos (entre 3 y 6 soles, esto es: 24 a 48 pesos uruguayos). Si el comensal no tiene problema con que la confección de los platos sea de higiene dudosa vale la pena probar. De hecho, si bien muchos turistas solo entran a curiosear y sacar fotos, tantos otros se animan a comer, aunque los ingredientes estén sin refrigerar, la cocinera cobre al mismo tiempo que corta verdura y los platos se laven hundiéndose en baldes que van enturbiando el agua a lo largo del día.
Pero además de platos, el mercado también tiene stands de venta de jugos, especias, granos, frutas, verduras y carnes -impresiona ver los hocicos de res sobre las mesadas-, más algunas curiosidades. Una de ellas es la ayahuasca, esa bebida de origen natural usada para rituales religiosos que, según algunas tradiciones, permite que "el espíritu salga del cuerpo". O en otras palabras, es una droga que genera fuertes efectos alucinógenos. En el mercado hay botellas de este preparado, al igual que de San Pedro (otra bebida sagrada con efectos psicoactivos). Eso sí, no es la botella lo que está a la venta. La ayahuasca se reparte por "dosis" y cada una cuesta 75 soles (unos 600 pesos). Bastante económico si se compara con las ceremonias para turistas que se realizan en las montañas, a minutos del pueblo de Pisac; vivir la experiencia cuesta desde 150 soles (unos 1.200 pesos) en un grupo informal hasta 250 dólares con un chamán recomendado en guías de viaje.
No obstante, cuando se habla de dinero, vale tener presente una regla válida en todo Perú: el regateo es ley. En general, la conversación con un vendedor suele comenzar así: ¿Cuánto cuesta? "40 soles, pero se lo dejo en 35" Mmm... "Hágame una oferta, amiga. ¿Cuánto quiere pagar?". La misma negociación puede hacerse al contratar ciertos paseos o servicios turísticos.
Una muestra de ello es el abanico de precios que hay para llegar a la joya de la zona: Machu Picchu. Grosso modo, existen tres maneras de acceder a la montaña donde se encuentra la ciudad perdida de los incas. Para los más cómodos, la mejor opción es el tren de la empresa Peru Rail, la única que realiza el tramo Cuzco-Machu Picchu (si bien la estación no queda en la capital cuzqueña sino a 11 kilómetros, en Poroy). Según la máquina elegida y la fecha del año, el pasaje ida y vuelta cuesta desde 140 hasta 700 dólares.
Otra conocida vía es realizar el Camino del Inca, una de las rutas de trekking más famosas del mundo. El "oficial", de cuatro días y tres noches, debe reservarse con al menos cuatro meses de anticipación y ronda los 500 dólares. Sin embargo, hay varias caminatas para elegir. Otra de las más populares es el Camino de Salkantay, más largo y más rústico pero con paisajes y sensaciones impagables: una de las noches se acampa en la base de una montaña nevada con temperaturas bajo cero, al día siguiente se lucha con el calor, la humedad y los mosquitos en medio de la selva amazónica; según su capacidad de regateo, la experiencia cuesta entre 180 y 250 dólares. Eso sí, negocie que las carpas y sobres que le den sean de buena calidad, y asegúrese de que el precio incluya que le carguen parte de su equipaje. Recientemente, se incorporaron dos rutas nuevas. Una es el Inka Jungle, que al trekking le suma un tramo en bicicleta (alrededor de 300 dólares). Y la otra es conocida como Machu Picchu by car: se parte de Cuzco en camioneta, en general para 12 o 14 personas, por carretera hasta el pueblo de Santa Teresa y de allí se caminan 10 kilómetros hasta Aguas Calientes (el pueblo que está en la base del Machu Picchu). Advertencia: el tramo en van, que dura seis horas, es siempre por montañas y existe un trecho, sobre el final, que se conoce como "ruta de la muerte"; a un lado está la roca (que cada tanto tiene desprendimientos) y al otro el precipicio, no está asfaltado, es muy angosto y de doble mano. Si sobrevive, la experiencia tan solo le habrá costado 120 dólares. Además, todas las rutas mencionadas incluyen comidas, una noche en Aguas Calientes, el ticket de entrada a Machu Picchu, el guía y el regreso a Cuzco. No se cuenta el bus que lo lleva desde el pueblo hasta la ciudad inca, aunque si prefiere ahorrarse los 10 dólares del boleto puede subir la montaña a pie: le llevará alrededor de una hora.
Lo recomendable es guardar energías para lo que resta, que todavía es mucho y largo. Pero no se preocupe; cuando se pare en la cima de la montaña, cualquier esfuerzo habrá valido la pena.
Maravilla del mundo
Aunque la temporada alta de Cuzco es en junio (por las vacaciones europeas), y su segundo pico es en enero (en el verano austral), no hay época del año con baja demanda para ingresar a Machu Picchu. La ciudad inca descubierta "científicamente" en 1912 es Patrimonio de la Humanidad y una de las siete maravillas del mundo moderno. Además de la sorprendente construcción, que lleva unas cinco horas recorrer, el visitante puede hacer varios paseos desde allí, como ir hasta la Puerta del Sol, el Templo de la Luna o transitar las montañas Machu Picchu ("Montaña Vieja") y Huayna Picchu ("Montaña Joven")
